La muñeca maldita
Seguramente todos habréis visto la película Annabelle, estrenada en 2014. Esa película trata sobre una muñeca poseída por un demonio. Pues bien, la película está basada en un hecho real y la muñeca Annabelle existe en verdad. La auténtica muñeca no es de porcelana ni tiene ese rostro siniestro, está hecha de trapo y tiene facciones amigables, aunque su historia no es tan amigable.
El suceso ocurrió en 1970. Donna era una joven de 20 años que compartía apartamento con su amiga Angie. Ambas estudiaban enfermería y tenían una vida normal. El día en que Donna cumplió años su madre le obsequió una muñeca de trapo que había adquirido en una tienda de segunda mano.
Se trataba de una Raggedy Ann, un personaje creado por el ilustrador Johny Gruelle y había sido uno de los personajes infantiles más populares en Estados Unidos en los años treinta. Incluso contaba con su propia serie de dibujos animados y gozaba de mucha popularidad, no solo entre niños, sino también entre coleccionistas.
Donna quedó encantada con el regalo. Sin embargo Lou, su novio, desde el primer momento sintió un extraño temor y rechazo hacia la muñeca. Pocos días después de que Annabelle llegó a casa empezaron a manifestarse sucesos extraños.
Fue Angie la primera en darse cuenta de que en ocasiones la muñeca aparecía con los brazos y las piernas cruzados cuando nadie la había dejado en esa postura. En un principio esos movimientos eran apenas imperceptibles, pero pronto empezaron a convertirse en auténticos desplazamientos. Donna casi siempre dejaba la muñeca encima de su cama. Hasta que empezó a notar que al volver a casa después de clases, esta ya no estaba en la misma posición en la que la había dejado.
Había veces en las que Annabelle inexplicablemente aparecía en otra estancia. Otras veces la dejaban tumbada en el sofá y la muñeca misteriosamente aparecía en la cama de Donna con la puerta cerrada, cuando la habían dejado abierta.
En un principio las jóvenes no hicieron mucho caso de estos desplazamientos. Aproximadamente un mes después empezaron a aparecer mensajes por toda la casa, estaban escritos en pergamino con lápiz y tenían la caligrafía de un niño pequeño. Los mensajes eran constantes y siempre las mismas frases: “Ayúdanos” y “Ayuda a Lou”.
Las jóvenes pensaron que alguien con desconocidas intenciones tenía acceso a la casa, pero ¿quién? Quizás algún delincuente, tal vez algún estudiante bromista, o quizás alguien que estuviese trastornado. El miedo empezó a apoderarse de ellas y en los días siguientes las cosas empeoraron. Una noche en la que Donna entró en su habitación, encontró a la muñeca encima de la cama con las manos y el pecho manchados de algo que parecía ser sangre.
Las estudiantes empezaron a creer que ya no se trataba de una persona, sino de alguna clase de entidad, así que se pusieron en contacto con una médium para realizar una sesión de espiritismo en la casa. Esta mujer, tras escudriñar la muñeca, les dijo que en ella se había instalado el espíritu de la pequeña Annabelle Higgins. Esta entidad le relató a la médium que en vida ella solía jugar en el solar donde estaba construido el edificio donde vivían las jóvenes, y allí había muerto.
Según la médium, Annabelle se sentía a gusto junto a Angie y Donna y solamente quería protección, amor y compañía. Movidas por la compasión las jóvenes decidieron adoptar a Annabelle y así empezaron a llamar a la muñeca. Lou estaba en desacuerdo con esta situación, puesto que la muñeca desde un principio le provocó una sensación de rechazo. Él sentía que en el interior de Annabelle no habitaba el espíritu de una niña pequeña, sino algo más siniestro y perverso.
Lou después de recomendarles a las estudiantes que se deshicieran de la muñeca comenzó a tener pesadillas con ella. En una de estas pesadillas se sintió como paralizado y creyó ver a la muñeca a los pies de su cama. Inmediatamente el siniestro juguete saltó sobre su pierna y reptando lentamente sobre su cuerpo paralizado, llegó hasta su cabeza y trató de ahogarlo.
Al día siguiente Donna y Lou estaban en el salón del apartamento de las jóvenes discutiendo la ruta a seguir en el viaje que iban a emprender ese día. En ese momento escucharon extraños ruidos y unos susurros que provenían de la habitación de Donna. Lou fue a investigar y encontró todo en orden, excepto la muñeca, que no estaba sobre la cama, como la habían dejado, sino en una esquina de la habitación.
Estaba sentada, parecía estar esperándolo, él se acercó al juguete. En ese momento sintió una extraña presencia detrás e inmediatamente un agudo dolor en el pecho y en el abdomen. Su propia sangre comenzó a manchar su camiseta. Al descubrirse el torso encontró siete tajos que parecían quemaduras, tres en horizontal y cuatro en vertical que le atravesaban el pecho y el estómago. Parecían las marcas de una especie de garra. No eran heridas normales, puesto que cicatrizaron rápidamente y en un par de días ya habían desaparecido.
Los tres jóvenes presas del terror y desesperados llamaron al padre Hegan, quien le relató el caso al padre Cooke y este inmediatamente se puso en contacto con Ed y Lorraine Waren. El matrimonio Warren y el padre Cooke acudieron a la vivienda de las estudiantes. Investigaron la casa y Lorraine utilizo sus dotes como médium. Ed les dijo que la muñeca estaba embrujada y era utilizada por una entidad demoníaca que habitaba la casa. El ser buscaba engañar a los jóvenes y que así creyeran que el juguete tenía voluntad propia y que en su interior residía el espíritu de una niña.
La muñeca no podía estar poseída, puesto que la posesión solo podía producirse en personas. Pero la entidad la utilizaba para llamar la atención de las jóvenes, puesto que su verdadera intención era la de poseer a Donna.
Cuando llamaron a la primera médium, le habían abierto la puerta a este ente otorgándole un nombre e invitándole a entrar en su casa y en sus vidas. Como Lou quería deshacerse de la muñeca este ser demoníaco le atacó porque veía en él una amenaza a sus planes.
Ese espíritu maligno se encontraba en la fase previa a la posesión: la infestación de la casa. De no haber contactado al padre Hegan, la posesión era cuestión de dos o tres semanas más, pudiendo incluso, morir alguno de los jóvenes.
Los Warren junto con el padre Cooke realizaron un exorcismo en la vivienda para liberarla del ente maligno y a petición de Donna el matrimonio se llevó la muñeca.
Tras el exorcismo, los Warren colocaron la muñeca en el asiento trasero del coche y emprendieron la marcha. El matrimonio sospechaba que el perverso espíritu seguía vinculado al juguete. Decidieron regresar a casa transitando por carreteras comarcales, en vez de utilizar la interestatal para evitar algún accidente.
En el trayecto de regreso, en varias ocasiones los frenos y la dirección del coche fallaron, hasta que Ed se detuvo y asperjó la muñeca con agua bendita y la persignó. Al llegar a casa, Annabelle fue colocada en una silla en el despacho de Ed, donde pareció levitar para después caer desplomada.
En las semanas posteriores Annabelle aparecía en los lugares más insospechados, pero la mayoría de las veces en la silla del despacho de Ed. Un buen día, Jason Bradford, un joven sacerdote amigo del matrimonio les hizo una visita para ver la muñeca cuya historia le intrigaba tanto.
La cogió en sus manos y empezó a agitarla mientras le gritaba que ya no haría más daño a nadie. Ed le dijo que no debió haber hecho eso y cuando Bradford se despidió de los Warren para volver a casa, Lorraine le pidió que la avisara en cuanto llegase.
Jason subió a su coche y mientras conducía por la autopista los frenos fallaron y sufrió un accidente del que se salvó de milagro, y en que el vehículo quedó totalmente destrozado. A raíz de este accidente, los Warren decidieron colocar a la muñeca en una urna de madera. La caja cuenta con un cristal al frente y está coronada con una especie de tejado que tiene colocada una cruz.
Tras colocar a la muñeca en la urna, nunca más ha vuelto a aparecer en otros lugares, pero aún así continúo haciendo de las suyas. Annabelle pasó a ser parte del museo del ocultismo de los Warren, situado en el sótano de su casa. La caja se mantiene cerrada con llave y un cartel al frente advierte de su peligrosidad.
A los visitantes del museo, se les advertía que no hiciesen chistes ni se burlasen de la muñeca, pero una joven pareja hizo caso omiso de la advertencia. Cuando los jóvenes llegaron ante Annabelle, el chico comenzó a golpear la urna y a burlarse de la muñeca, al mismo tiempo la retaba a que se atreviese a hacerle daño.
Fue tal el escándalo que montó que Ed Warren se vio en la necesidad de expulsar a los jóvenes del museo, al salir, cogieron su motocicleta y marcharon. El muchacho era el conductor. Tres horas después, los chicos sufrieron un terrible accidente, él perdió el control del vehículo y se empotraron contra un árbol. El hombre falleció en el acto, la chica sobrevivió aunque estuvo hospitalizada durante casi un año, de hecho, ella misma fue quien relató el accidente.
El museo recibía muchas visitas al año y en un ocasión acudió el productor y parapsicólogo estadounidense Ryan Daniel Buell, presentador del programa de televisión Estado Paranormal. Este hombre relató que mientras contemplaba a Annabelle, esta movió la cabeza de arriba abajo. Pero no sólo él afirma haberla visto moverse, más visitantes fueron testigos de los mismos movimientos de cabeza.
Y tú ¿qué piensas de este caso? ¿Te atreverías a ver a Annabelle de cerca? Dejame tus opiniones en a cajita de comentarios. Me encantará leerlas.
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